Ayuda también con la conversación.
Una buena palabra, una sonrisa de aliento, un pensamiento constructivo, muchas veces es el punto de partida para aquellos que nos rodean.
Si observas tristeza o preocupación, procura ayudar.
Si no puedes actuar, habla.
Si no puedes hablar, al menos piensa firmemente deseando la felicidad y ésta cumplirá su objetivo.
¡Pero ayuda siempre!
Reflexion tomada del libro: Minutos de Sabiduria.
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